Ante jornadas tórridas como las de esta semana, se aconseja usar ropa liviana y holgada de materiales naturales, sombrero de ala ancha o gorra y gafas de sol. Beber principalmente agua, evitando el alcohol y demasiada cafeína y azúcar.
Quienes deben estar protegidos especialmente del calor son las personas mayores, discapacitadas y los niños menores de 5 años; aquellas con enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes, cardiopatía, obesidad, alcoholismo); las que tomen alguna medicación habitualmente y las que realizan trabajos físicos intensos o deporte al aire libre cuando hay temperaturas elevadas.
Recuerde que ante cualquier duda, se debe consultar a un médico o concurrir al centro sanitario más cercano a su domicilio.
El exceso de calor produce calambres, agotamiento, malestar, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, sed intensa, deshidratación, piel caliente y enrojecida, aumento de la temperatura corporal por encima de 40º y mareos, pudiendo llegar a tener convulsiones y coma.
Evite salir de casa durante las horas centrales del día (entre las 12 del mediodía y las 6 de la tarde), beba más líquidos, sin esperar a tener sed, coma menos cantidad y más veces al día. Reduzca la actividad física. Descanse con frecuencia a la sombra.
Durante el día baje las persianas y cierre las ventanas; ábralas por la noche para ventilar.
Mantenga los alimentos en la heladera y vigile siempre las medidas higiénicas de conservación.
Cuando estacione el coche no deje en el interior a niños ni ancianos con las ventanillas cerradas.
Ayude a las personas que puedan estar en mayor riesgo de sufrir los efectos del calor.
Ante una persona con golpe de calor, llame a emergencias sanitarias; coloque al enfermo en un lugar a la sombra. Si está consciente, colóquele con la cabeza ligeramente elevada y ofrézcale abundante agua. Si está inconsciente colóquele tumbado de lado, con las piernas flexionadas.
Nunca de líquidos a una persona inconsciente.